Estas anécdotas muestra la vida de diez perros que siguieron a sus amos hasta la muerte. Esperaron a sus dueños afuera del hospital, en una estación de tren y a los pies de una tumba.
Por: Sergio Solache
Tomado de El Universal De10 Mx
Enviado por Iraima Rivera.
Por: Sergio Solache
Tomado de El Universal De10 Mx
Enviado por Iraima Rivera.
Es común escuchar que el perro es el amigo del hombre. Los sitioslunasazules.com, mundoperros.com y nuestrosperros.netpublicaron un conteo de las historias más impactantes sobre perros que siguieron siendo fieles a sus dueños, aún después de la muerte.
"Bobby Greyfiar". Durante 14 años, este terrier de Edimburgo, Escocia, permaneció sentado en la tumba de su amo John Gray.
"Bobby Greyfiar". Durante 14 años, este terrier de Edimburgo, Escocia, permaneció sentado en la tumba de su amo John Gray.
La leyenda del terrier se hizo tan famosa que personas comenzaron a alimentarlo y darle refugio durante el invierno.
"Bobby" continuó montando guardia hasta el día de su muerte, en 1872. Tiempo después, la población del lugar construiría una estatua en su honor, mirando hacia la tumba de John Gray.
"Bobby" continuó montando guardia hasta el día de su muerte, en 1872. Tiempo después, la población del lugar construiría una estatua en su honor, mirando hacia la tumba de John Gray.
Actualmente, la estatua de Booby se encuentra a las afueras de una bar de Edimburgo que lleva su nombre.
"Collie". En el cementerio de la Piedad, en Rosario, Argentina, un perro de nombre "Collie" vigila la tumba de su dueño desde hace cinco años. Según el guardia del panteón, Collie llegó el mismo día en que enterraron a su dueño y nunca han podido sacarlo del lugar.
El perro jamás se ha alejado del lugar. Durante el día toma la siesta en un sitio cercano a la tumba y el resto del día está en la entrada de las oficinas del cementerio. "Lobito". La historia de Collie no es la única de fidelidad canina en el panteón de La Piedad. Un perro negro y lanudo llamado "Lobito", permaneció ocho años en el lugar hasta que la hermana de una empleada del lugar lo llevó a su casa y murió de vejez.
"Ovejero". En el mismo cementerio de Rosario, un perro de nombre Ovejero, murió de tristeza tras cuatro años de pasar cerca de la tumba de su dueño.
"Clara". En 2007, Clara, una perra de color blanco con manchas negras, se negó a abandonar la tumba de su amo en el cementerio de Safed, al norte de Israel. Personas que escucharon la historia a través de la radio, donaron comida para la perra durante un año.
"Ovejero". En el mismo cementerio de Rosario, un perro de nombre Ovejero, murió de tristeza tras cuatro años de pasar cerca de la tumba de su dueño.
"Clara". En 2007, Clara, una perra de color blanco con manchas negras, se negó a abandonar la tumba de su amo en el cementerio de Safed, al norte de Israel. Personas que escucharon la historia a través de la radio, donaron comida para la perra durante un año.
De acuerdo con personas de la zona, el perro siempre regresaba antes del cierre del panteón para pasar la noche con su dueño.
Vecinos del cementerio le daban de comer y algunos, incluso, intentaron adoptarlo; sin embargo, el perro siempre regresaba al sepulcro de quien fuera su dueño.
"Fido". A finales de la década de los 30, un joven de San Lorenzo, Italia, adoptó a un perro de la calle al que nombró "Fido".
Cada mañana, el can acompañaba a su amo a la estación de tren para que este fuera a trabajar en una carpintería de una ciudad aledaña. A las 5:30 de la tarde, el perro esperaba el regreso de su dueño y al verlo llegar, lo recibía con súbita alegría.
En 1943, el dueño de "Fido" fue reclutado por el ejército y enviado al frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. El can regresó todas las tardes a la terminal de tren buscando, entre la gente, a su amo.
A principios de la década de los 50, "Fido" fue encontrado muerto entre la nieve de invierno. La estima hacia el perro provocó que los habitantes del pueblo erigieran una estatua en memoria él, con el epitafio "Un ejemplo para todos los humanos de lo que es la máxima expresión de amor y fidelidad".
"Hachiko". Una historia similar es la de un perro japonés de raza Akita. "Hachiko" nació en 1923 en la ciudad japonesa de Odate y un año después fue llevado a Tokio por su dueño, un profesor de agricultura llamado Hidesamuro Ueno.
Cada noche, el perro esperaba a su amo en la estación de tren Shibuya. En 1925, el profesor Ueno falleció y Hachiko quedó abandonado en la calle.
"Hachiko" continuó regresando a la estación de tren en espera del regreso de su amo durante los siguientes diez años.
En memoria de la fidelidad del perro, se construyó una estatua de un Akita a las afueras de la estación Shibuya y se realizaron dos películas sobre la vida de Hachiko, una en Japón y otra en Estados Unidos, protagonizada por Richard Gere.
El hombre solía asistir al Hospital Puerta de Mar para ser tratado de problemas renales, mientras "Canelo" lo esperaba.
Un día el hombre falleció en el hospital a causa de complicaciones de su enfermedad y el perro permaneció echado a las afueras del nosocomio durante 12 años.
El can soportó hambre y frío, pero nunca se movió del lugar. Los vecinos del hospital lo cuidaban y alimentaban, incluso lograron salvarlo de la perrera. El 9 de diciembre de 2002, "Canelo" fue atropellado a las afueras del hospital. La fama del perro fue tan grande, que se realizaron reportajes sobre el caso y el pueblo español colocó una placa en honor al perro.
HOMENAJE A CANELO.
Eso si es fidelidad. Pobres animalitos esperando a quien nunca vaa regresar. No cabe duda que los perritos si son leales.
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